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Viviendo con VIGOREXIA.

Conoce los testimonios 

Breve documental que recoge el trastorno desde distintos puntos de vista y de personas completamente diferentes, pero un rasgo en común: DISMORFIA MUSCULAR.

Filmado y editado por: Camila García para FIU.

(Historias y personales reales).

 

VIGOREXIA
 
Una obsesión oculta bajo los músculos

MIAMI FL.— El mundo del fitness a nivel mundial ha crecido enormemente, los medios de comunicación y sobretodo, las redes sociales se muestran inundados de agresivas campañas de fisiculturismo, suplementos, estilos de vida y dietas extremas que prometen una “mejor figura”. Pero tras todo esto se esconde una parte oscura, un tema que ha sido tratado muy poco y que sin embargo, afecta al 10% de hombres que acuden al gimnasio en Estados Unidos. Hablamos de Vigorexia, una obsesión que se esconde bajo los músculos.

 

—“Se apodera de tu vida. Cada decisión que tomas se basa en el ejercicio y la apariencia física”— dice Alex, un entrenador personal que padeció del trastorno también conocido como Complejo de Adonis. —“Solía apuntar y pesar cada onza de lo que me iba a comer. Me levantaba a las 3 de la mañana para tomar mi proteína y jamás en la vida salté un día de entrenamiento”.

 

La psicóloga clínica Orietta Coz afirma que estas personas presentan un perfil psicológico similar al de los pacientes que padecen otras adicciones: baja autoestima y muchas dificultades para integrarse en sus actividades sociales habituales, son introvertidos y rechazan o les cuesta aceptar su imagen corporal.  —“Es prácticamente como un fanatismo religioso, a punto tal de poner a prueba constantemente su cuerpo sin importar las consecuencias.”—dice Coz.

 

Para otros, como Francesco Geremia (Checo), el ejercicio más que una adicción, es un estilo de vida. —“Para tener cuadritos hay que sudar sangre”— dice el entrenador personal, propietario de un gimnasio y una tienda de suplementos y cuyo lema de supervivencia es: “ponte roca o muere en el intento”.

 

Se podría establecer la Vigorexia  como lo opuesto a la anorexia, que mayormente se da en las mujeres. Bibiana Ospina (Bibi) es un testimonio en carne viva, superó no solo esta enfermedad, sino también bulimia y anorexia nervosa. —“No sé de donde sacaba la energía para entrenar hasta cuatro horas, me imagino que de todas las pastillas que tomaba, lo que también me producía frenesí o bajones emocionales”. 

 

Puro Cruz, entrenador personal y ganador absoluto de importantes competencias de fisicoculturismo, dice que en esta disciplina el individuo se somete a procesos extremos sin el seguimiento adecuado de profesionales que adviertan sobre ciertos peligros. —“Es un deporte insano, el cuerpo se lleva al límite; el porcentaje de grasa debe ser de un 2% a 3% y para presentarse en tarima hay que durar dos días sin tomar agua”.

 

Otro de los síntomas principales que empiezan a presentar los enfermos, es el tiempo que invierten en el gimnasio. —“Uff yo duraba horas y horas, solo quería aumentar más y más”. Además, adquieren una costumbre muy peculiar: no se dejan de ver en el espejo y cuando alguien los felicita por su progreso muscular aceptan el elogio, pero con negación. 

 

Debido a su insatisfacción corporal llega un momento en que la víctima suele recurrir a una práctica atroz: el uso indiscriminado de esteroides. “Mi progreso fue dramático, subí de 60 kg. a 82 kg. en solo 12 semanas.”- recuerda Alex, quien ahora sufre los efectos secundarios de las sustancias. 

 

Problemas de fertilidad, impotencia, presión arterial alta y colesterol, anormalidades del corazón y del hígado son solo algunos de los daños físicos que pueden provocar estas drogas. Los varones pueden presentar encogimiento de los testículos o la aparición de tejido mamario, y las mujeres, irregularidades menstruales. — “También pueden experimentar cambios de estado de ánimo y un comportamiento agresivo, lo cual no sólo afecta la vida de quienes toman esteroides, sino de todos los que los rodean.”— afirma el cardiólogo y especialista en medicina deportiva Carlos García Lithgow.

 

“Me convertí en un ermitaño, no salía de mi casa para no tener que comer cosas fuera de mi dieta. Tampoco compartía con mis hijos ¡Dejé de tener relaciones sexuales con mi esposa!” —cuenta Alex y agrega que fueron tantos problemas emocionales y sociales causados por la Vigorexia que en una ocasión intentó quitarse la vida.

 

Y la vida del vigoréxico llega a ser tan descontrolada, que pierden el sentido de su existencia por lo que que tarde o temprano, tocan fondo: —“Ahí fue cuando me di cuenta que necesitaba ayuda. Ya no aguantaba más”.— dice Alex. 

 

Sobre el  tratamiento la Dra. Coz entiende que es imprescindible que la persona reconozca su situación y esté dispuesta a someterse a terapia para superarlo. —“Está indicado un tratamiento que combine las facetas psicológica (terapia cognitivo-conductual), farmacológica y nutricional. También es fundamental el apoyo de los seres queridos del paciente para mejorar.”

 

En su práctica como personal trainer Bibiana Ospina cayó en cuenta de que sus clientes buscaban su ayuda por estética y no por salud y que sobretodo, carecían de amor propio. Investigando y cuestionándose el por qué se su disfuncionalidad fue como Bibi Ospina consiguió no solo superar su enfermedad, sino también convertirse en psicóloga nutricional, fitness chef y health coach. “Yo sola fui saliendo de esto, me di cuenta que no tenía autoestima y empecé a dar gracias por el cuerpo que me había sido entregado, a darle el cuidado adecuado y aceptarme como soy”.

 

Bibiana agrega que esta aceptación debe ir acompañada de una autoestima saludable y el entender que el valor de la persona no depende del tamaño de sus bíceps, mas bien de su capacidad para lograr ser la mejor versión de sí mismo. “Hay que lograr un balance entre la  mente el cuerpo y el alma  para alcanzar una vida feliz, que a fin de cuentas es lo que todos buscamos.”

 

 

© 2014 by Camila García. Florida International University

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